Fuente: АrсhDаilу
Casa Roseti / Griselda Balian + Estudio Damero
Texto descriptivo proporcionado por los arquitectos. El barrio “Villa Ortuzar” de la ciudad de Buenos Aires se caracteriza por ser un barrio residencial de baja escala y con mucha arboleda.
La esquina donde se encuentra la residencia había sido durante muchos años el lugar de un quiosco de barrio. Durante la primera mitad del siglo XX, muchas de las esquinas de Buenos Aires cumplían una función secundaria dentro del barrio como punto de encuentro. En este caso – El Kioskocito de Fidel -. Para respetar este legado, así como la escala de la construcción original, el proceso de diseño tomó como punto de partida la recuperación y revalorización del edificio, dejando intacta su envolvente de ladrillo visto.
La casa se resuelve en tres plantas con una estructura de perfilería de acero HEB 160, elemento que ordena y organiza todas las decisiones estructurales. la direccionalidad de las ventanas responde a la curvatura de las láminas acanaladas en el contrapiso, haciendo que su conexión parezca mucho más armoniosa.
Esta estructura sirve de base y proporciona total libertad al resto de elementos del cerramiento. En la planta baja y el primer piso, las grandes ventanas corredizas de madera brindan límites flexibles. En el segundo piso, donde se encuentran los dormitorios, una serie de 10 paneles vidriados sirven como ventanas, alternando ventanas fijas y practicables.
Este juego entre apertura y rigidez da lugar a explorar la relación de los usuarios entre lo doméstico y lo privado con la interacción con la ciudad. Aprovechando la altura original del antiguo quiosco de la esquina, la casa se monta sobre él, logrando así una vista libre hacia Villa Ortuzar sin comprometer la privacidad del usuario ni la irrupción de la identidad vecinal. Funcionalmente responde igual: La planta baja, que tiene una relación directa con la ciudad, tiene un uso más flexible, permitiendo la incorporación de un espacio de trabajo sin perturbar la dinámica familiar de las demás plantas.
Como la casa está orientada al norte, se piensan diferentes resoluciones para cada piso: áreas de entrada semicubiertas en la planta baja, aleros en el primer piso y parasoles en el segundo piso, terminando con una terraza a cielo abierto.
Hay una relación lúdica entre los pisos; con diferentes mecanismos utilizados con las terrazas, balcones y semi-cubiertas, nunca se pierde la comprensión espacial del edificio como un todo. El usuario siempre tiene una referencia visual del resto de las plantas, consiguiendo así un tipo de habitar más activo: la arquitectura no pasa a un segundo plano, sino que implica y desafía al usuario a interactuar con ella.
Como broche de oro, un gran fresno situado en la acera de la casa aporta colores y visuales variados durante todo el año.
El reto arquitectónico al concebir esta casa siempre fue lograr una construcción moderna e integral sin perder el valor histórico de la esquina del barrio. En el proceso de diseño, la atención se centró en encontrar un terreno común entre la seguridad y la apertura, el legado y la modernidad, la comunidad y la privacidad.
Este terreno común es la arquitectura, que entrelaza la dinámica familiar y vecinal sin quitarle la identidad a la ciudad.
Fuente: АrсhDаilу